Hacia la consolidación de una identidad europea

Iluminación del castillo italiano de Monteriggioni para conmemorar el Día de Europa. EFE/EPA/Fabio Muzzi

Bruselas (EuroEFE).- Afianzar la identidad europea en una comunidad de naciones, con diferencias lingüísticas, culturales e incluso socioeconómicas, parece un rompecabezas delicado a la hora de encajar todas sus dispares piezas, pero es un sentimiento latente incluso anterior a la constitución de la Unión Europea (UE), según expertos consultados por Efe.

El surgimiento de una comunidad europea hace ya 70 años, fundada sobre una Europa en cenizas por la Segunda Guerra Mundial, ha terminado por asentar el sentimiento de pertenencia y ha construido un proyecto político común.

Sin embargo, las raíces de la identidad europea se prologan a tiempos más antiguos, opina en una entrevista con Efe el director del instituto europeo Jacques Delors, Sébastien Maillar.

Para él, la identificación se asienta en “tres dimensiones” interconectadas entre sí: la primera, una memoria colectiva entre todos los europeos, formada por la historia arquitectónica y cultural compartida, la tradición cristiana y los hechos más sobresalientes, pero también por aquellos más oscuros como las guerras mundiales y ahora la crisis del coronavirus.

“No son sólo los buenos momentos. Es también una memoria compartida en honor al pasado. El odio, las guerras, todas las penurias por las que hemos pasado”, indica.

El segundo pilar sería el de los valores comunes presentes en los países europeos, plasmados en la Carta de Derechos Humanos de la Unión Europea, y el último, el más nuevo”, el sentimiento de un futuro y proyecto en común, reforzado todavía más durante la pandemia.

“Todo el mundo entendió en la pandemia que no podría hallar una solución si misma, que estamos todos en el mismo bote. Nos dimos cuenta de repente de lo interdependientes que éramos”, apunta Maillar.

UNA SUMA DE MUCHAS IDENTIDADES

En una Europa en la que las diferencias a veces son palpables según vas cruzando fronteras, Eric Maurice, director en Bruselas para la Fundación Schuman, cree que la diversidad es la piedra angular de la identidad europea.

“Nuestra identidad es la suma de muchas identidades y pienso que hemos creado un sentimiento de pertenencia en la medida en que sabemos que tenemos intereses comunes y valores comunes, y creo que cada vez somos más conscientes de ello”, dice.

Prueba de ello, agrega, es la multitud de redes de intercambio establecidas, como el programa Erasmus, el hecho de que cada vez existan más parejas transnacionales o hijos con doble nacionalidad dentro de la UE o incluso una percepción común de los problemas sociales.

HACIA MÁS IDENTIDAD EUROPEA

Según el último Eurobarómetro de invierno, al ser preguntados por su identidad, los ciudadanos de la Unión declararon que el 92 % se sentía unido a su país, el 60 % a la Unión Europea y el 69 % a Europa.

Esta disonancia entre identidades carece de fundamento, explica Sebastian, porque la identidad europea es intrínseca a la nacional.

“Lo quieras o no, existe. Pero es una cuestión de si lo pones en relieve o simplemente lo das por sentado”, apunta.

El porcentaje de aquellos que reconocen un vínculo con Europa irá creciendo con los años, considera Marta Domínguez, investigadora en el instituto de opinión Bruegel, aunque reconoce que la identidad es algo muy complejo y que necesita un proceso gradual.

Para ella, Europa siempre ha sido un continente con fronteras “porosas” y mucha interacción, lo que ha allanado el camino a la integración identitaria, pero ve como punto fundamental el inicio de un proyecto político común.

“Creo que también es una cuestión de cuando más se politiza la política europea, más conciencia hay de ella y hay más sensación del rol que juega en la vida y por tanto la gente está cada vez más involucrada”, afirma

Domínguez, coautora de “¿Quién hablará en europeo?”, una obra que trata de diseccionar la compleja tarea de integrar políticamente naciones con lenguas dispares, contempla que la integración en un futuro tal vez sea también lingüística con el inglés como lengua común, sin perderse el idioma materno.

En el futuro que se vislumbra, en el que Europa deberá afrontar un contexto político y social complejo, Maillar apunta que la identidad europea jugará un papel fundamental.

“La identidad europea es importante si queremos defender en el mundo nuestras visiones, nuestros intereses, para defender en lo que creemos”, sentencia.

Editado por Miriam Burgués