en clave europea

La OTAN bajo Trump

Donald Trump, en una conferencia de prensa en su visita reciente a Londres.

Donald Trump, en una conferencia de prensa en su visita reciente a Londres.

Eliseo Oliveras

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La cumbre de la OTAN ha resaltado esta semana dos rasgos que caracterizan la presidencia norteamericana de Donald Trump: la diplomacia espectáculo y el menosprecio a sus aliados europeos, a los que trata como súbditos y adversarios. Mientras agasaja con palabras amables a los líderes de regímenes autoritarios como Arabia Saudí, Rusia y Corea del Norte, Trump se permite desairar a sus fieles aliados europeos e incluso desestabiliza públicamente al Gobierno británico de Theresa May en una entrevista al diario 'The Sun'.

La actuación de Trump, que se autodefinió como "un genio", iba destinada a su electorado nacional. Pero ha erosionado la credibilidad de su Gobierno entre los aliados y ha confirmado a los líderes europeos lo inestable, impredecible y poco fiable que es el presidente del país más poderoso del planeta.

Trump multiplicó gestos y declaraciones agresivas y luego se inventó una victoria ficticia sobre el aumento del gasto militar europeo, que el texto oficial de la cumbre atlántica desmiente. Trump ya utilizó este mecanismo en su reunión con el líder norcoreano Kim Jong-un, en la que no obtuvo ninguna concesión pese a presentarla como un gran éxito de desnuclearización. Los líderes europeos abandonaron Bruselas preocupados por los "éxitos" que pueda conseguir Trump al reunirse con el presidente ruso, Vladimir Putin, el 16 de julio en Helsinki, tras la imagen de discordia dada en la OTAN.

Gaso distorsionado

El debate sobre el gasto militar está distorsionado por errores de concepción. Aunque el gasto de defensa de EEUU sea muy elevado -686.000 millones de dólares en el 2017, equivalentes al 3,57% del Producto Interior Bruto (PIB)-, cubre todas las fuerzas, bases y operaciones en todo el planeta. El gasto norteamericano dedicado a la defensa de Europa se limitó en el 2017 a 30.700 millones de dólares (5,1% del total y el 0,16% de su PIB), mientras que los miembros europeos de la OTAN destinaron globalmente 239.100 millones de dólares a defensa, ocho veces más, detallan Lucie Béraud-Sudreau y Nick Childs en un informe del International Institute for Strategic Studies. El gasto militar europeo también hay que compararlo con los 66.300 millones de dólares dedicados a defensa por Rusia, considerada la principal amenaza a la seguridad europea, según las cifras del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI).

La focalización en el objetivo de destinar el 2% del PIB a defensa en el 2024 desvía la atención de cuestiones más importantes como la capacidad de las fuerzas militares, la interoperatividad de los ejércitos nacionales, la efectividad del equipamiento militar y la posibilidad de despliegue fuera de su territorio. Grecia dedica a defensa el 2,38% del PIB, proporcionalmente más que Francia (1,78%), pero Francia es capaz de realizar operaciones militares de envergadura en el exterior y Grecia no. En España, el gasto de defensa se limita al 0,9% del PIB, pero ha participado de forma mucho más destacada y efectiva que Grecia en las operaciones exteriores de la OTAN (Balcanes, Afganistán, Índico).

La obsesión con el 2% tampoco tiene en cuenta las contribuciones de tropas a las operaciones de la OTAN, ni los costes nacionales de imponer sanciones a otros países, y olvida el tema crucial de destinar fondos a prevención de conflictos, estabilización regional y desarrollo institucional en países en crisis, como recuerdan Seamus P. Daniels y Katheleen H. Hicks del Center for Strategic Intetnational Studies (CSIS).

Agente comercial

Detrás de los ataques de Trump por el gasto militar y el gaseoducto rusoeuropeo Nord Stream-2 se esconde el objetivo de incrementar las exportaciones estadounidenses a Europa de armamento y gas, aunque el gas norteamericano es mucho más caro que el ruso. El propio Trump en la conferencia de prensa final actúo como un agente comercial: "EEUU fabrica de lejos el mejor equipamiento militar del mundo, los mejores aviones, misiles y pistolas".  En paralelo, el secretario de Energía norteamericano, Rick Perry, hacía lobi en Comisión Europea a favor del gas estadounidense, cuyas exportaciones a Europa se han desplomado en el primer trimestre del 2018.

Para Europa, la cumbre de la OTAN ha vuelto a subrayar la urgencia de acelerar sus planes de defensa autónoma y de desarrollar una estrategia mundial propia frente a los desafíos que plantean EEUU, China y Rusia. EEUU ha dejado de ser el amigo de antaño de la Unión Europea (UE), a la que ve como un rival económico y a la que intenta dividir y debilitar, advirtió la semana pasada el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire. "Europa necesita un plan B. Hay que aprender a actuar sin Estados Unidos", recomienda Pascal Lamy, exdirector general de la Organización Mundial de Comercio (OMC).