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El furor por los molinos se desata en Europa. ¿Escucha ese frotar de manos? Es China
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No todo el viento sopla a favor

El furor por los molinos se desata en Europa. ¿Escucha ese frotar de manos? Es China

La ambición por los proyectos de energía eólica se ha desatado a nivel político en el continente, pero todavía no se ve reflejada en la complicada realidad que atraviesa el sector

Foto: Molinos de viento en el parque eólico marino de Kaskasi, Alemania. (Reuters/Christian Charisius)
Molinos de viento en el parque eólico marino de Kaskasi, Alemania. (Reuters/Christian Charisius)

La llaman "la mayor central eléctrica verde de Europa". Un monumental conjunto de parques eólicos en las aguas del Mar del Norte capaz de producir 120 gigavatios (GW) anuales de electricidad, más de 4 veces la actual potencia eólica de toda España. La macrogranja de molinos de viento, propiedad de nueve países distintos, incluye una isla artificial como nexo para garantizar la interconectividad entre ellos. Se trata de un auténtico hito de la historia energética del continente. Solo tiene un fallo: que no existe. Al menos, todavía.

Los líderes de Francia, Alemania, Bélgica, Dinamarca, Países Bajos, Noruega, Irlanda y Luxemburgo se reunieron en la ciudad belga de Ostende este lunes para anunciar, sonrientes, el ambicioso proyecto energético. Junto a Reino Unido, los ocho países forman la denominada "coalición del Mar del Norte", una asociación inaugurada hace un año en respuesta a la amenaza de Rusia en estas aguas. Ahora, han puesto sobre la mesa el plan más ambicioso hasta la fecha para sustituir el gas ruso con energía renovable. "La Declaración de Ostende nos dará todo el viento que necesitamos en nuestras velas para establecer el rumbo hacia la neutralidad climática", celebró la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, también presente en el acto.

placeholder Los líderes europeos, durante el anuncio del proyecto. (Reuters)
Los líderes europeos, durante el anuncio del proyecto. (Reuters)

Sin embargo, apenas unas horas después del histórico anuncio, el sector eólico europeo lanzaba una advertencia. "Nuestra industria no es lo suficientemente grande hoy en día para cumplir con los compromisos de los nueve gobiernos y satisfacer la creciente demanda de electricidad renovable (...) Necesita crecer", sentencia un documento firmado por un grupo de más de 100 empresas encargadas de manufacturar e instalar la tecnología. En concreto, la industria europea solo puede fabricar 7 GW de capacidad eólica marina al año, lejos del ritmo de 20 GW que exigiría el proyecto del Mar del Norte si quiere alcanzar esos 120 GW de producción de cara a 2030.

Este contraste entre la declaración triunfal del megaproyecto y la cautelosa respuesta de la industria es un reflejo de un fenómeno cada vez más visible en Europa: el furor por la energía eólica se ha desatado a nivel político en el continente, pero todavía no se ve reflejado en la realidad material del sector. "Aunque tenemos a largo plazo un portfolio enorme, existe una incapacidad de la cadena de suministro de suministrar todos esos aerogeneradores en estos años", explica Juan Virgilio Márquez, director general de la Asociación Empresarial Eólica (AEE), en entrevista con El Confidencial. "Y cuando hay mucha demanda y la oferta es limitada, llegan nuevos entrantes. Y esos nuevos entrantes se llaman industrias chinas", agrega.

Foto: Un trabajador inspecciona una serie de paneles solares en Dunhuang (China). (Reuters/Carlos Barría)

Tras décadas de criticar la falta de compromiso climático de los líderes europeos, los expertos advierten ahora que el desafío es el contrario: poder cumplir unos planes enormemente ambiciosos. "La ambición ya no es un problema. Estamos en un punto en que los objetivos de los países europeos han alcanzado los niveles necesarios para llevar a cabo la transición energética. El problema es que los Estados miembros necesitan empezar a invertir desde ya para cumplir esos objetivos", señala Harriet Fox, analista de datos de energía y clima para el think-tank Ember, a este periódico.

El fantasma chino de la solar

Pekín es el gran elefante en la habitación de la industria eólica europea por el precedente de la energía solar. Phuc-Vinh Nguyen, investigador del Instituto Jaques Delors en París especializado en energía, reconoce que, "hoy en día, resulta más barato comprar turbinas eólicas en China que producir en Europa, que es lo que sucedió hace diez años con los paneles solares". "La industria europea era la líder en este sector y, básicamente, China ideó una tecnología más barata y acabó dominando el mercado", agrega.

Durante años, Europa fue el actor global más importante en el mercado de los paneles fotovoltaicos, llegando a producir el 30% de esta tecnología en 2007. Sin embargo, el apoyo masivo del Gobierno chino a la industria solar del país en forma de financiación y subvenciones, sumado al impacto de la crisis financiera de 2008 en el continente, provocaron un dominio casi total de Pekín en el sector. Hoy en día, de acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía, el gigante asiático posee casi un 85% de la capacidad de manufactura de paneles del planeta. ¿Europa? Un 2.9%.

Foto: Foto: EC Diseño.
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Las incursiones chinas en la energía eólica europea comenzaron a inicios de esta década. La compañía MingYang ganó en 2021 una subasta para suministrar la granja eólica marina de Taranto, en Italia, con 10 de sus turbinas. Pocos meses después, abría en la ciudad croata de Senj el parque de este tipo más grande de la nación, construido y administrado por la empresa china Norinco International y que también cuenta con aerogeneradores fabricados en el país asiático.

Se tratan, hasta ahora, de proyectos relativamente menores. Sin embargo, las turbinas chinas continúan abaratándose día tras día, presionando enormemente a la industria europea en un contexto de atascos constantes en las cadenas de suministro eólicas, la mayoría de las cuales dependen, precisamente, de componentes fabricados en el gigante asiático. "Durante los últimos años se ha producido una vorágine de reducción de precios para competir con los fabricantes chinos a la par que iba aumentando la cuota de mercado", relata Márquez.

El CEO de RWE, la segunda mayor productora de electricidad en Alemania, aseveró el mes pasado que, sin una rápida expansión de las instalaciones de producción, los fabricantes de turbinas de la UE no podrán cumplir con los objetivos de expansión prometidos por los líderes europeos. "Si no aumentamos la cadena de suministro aquí en Europa, al final nos enfrentaremos al dilema de retrasar la transición energética o comprar turbinas chinas", declaró Markus Krebber tras ser cuestionado por Recharge.

Es un problema que va más allá de la industria y resuena en una Europa donde la seguridad energética se ha convertido en una prioridad. Los propios integrantes de la coalición del Mar del Norte lo reconocieron en una carta abierta publicada en Politico. "Necesitamos hacer espacio para las cadenas de valor europeas en lo que respecta a la tecnología verde y diversificar nuestras fuentes de materias primas críticas para turbinas eólicas", reza la misiva.

Desde la Comisión Europea, se está intentando atajar esta potencial crisis —agravada por la ley IRA de Estados Unidos, que ofrece enormes incentivos a la industria verde en el país— mediante dos propuestas. Se trata del Acta Industrial Cero Neto, que busca redirigir hacia Europa la producción tecnológica necesaria para las renovables, y de la Ley Europea de Materias Primas Fundamentales, pensada para reducir la dependencia de China en minerales indispensables para las turbinas eólicas y demás tecnologías de producción energética sin emisiones. Fox indica que lo realmente importante aquí es "no repetir los errores del pasado". "No queremos dejar de depender de Rusia para nuestro gas fósil para pasar a depender de otros países para nuestro suministro de turbinas", sentencia la experta.

Tras la sequía, una avalancha

Dado el despegue de la ambición eólica europea, uno podría pensar que la industria eólica europea se encuentra en tiempos de vino y rosas. Sin embargo, el año pasado fue un auténtico desastre para el sector. La empresa germano-española Siemens Gamesa cerró el último trimestre del año con unas pérdidas netas de 884 millones de euros.

No fue la única en problemas. WindEurope asegura que los cinco principales fabricantes de turbinas del continente continúan, a día de hoy, operando con pérdidas. "Se está volviendo algo casi cómico: la brecha entre lo que dicen los políticos europeos y lo que sucede en el terreno es absurda", dijo Morten Dyrholm, vicepresidente senior del fabricante europeo Vestas, a The Wall Street Journal.

Foto: El logo de Siemens Gamesa. (Reuters/Vincent West)

El problema, aseguran expertos del sector, responde al choque logístico que continúan experimentando las compañías a raíz del aumento de la demanda después del frenazo de la pandemia. "Ha habido años donde los encargos a los fabricantes han sido mínimos y años, como este en el que estamos, en el que tenemos una avalancha", relata Márquez. Estos contrastes año a año resultan muy complicados de absorber para las industrias y generan grandes tensiones financieras. "Cuando no hay pedidos las fábricas se tienen que buscar la vida fuera del continente o asumir pérdidas por falta de actividad; cuando hay acumulación de pedidos, la saturación de las cadenas de suministro impide cumplir con todos", describe.

El principal responsable de estos picos y valles en la demanda es un cuello de botella que se ha convertido en la bestia negra del sector: los permisos. Las normas que regulan la aprobación de los molinos de viento son complejas, con zonas de exclusión, restricciones de planificación, choques entre gobiernos locales y asociaciones civiles y procesos burocráticos que pueden dejar las solicitudes de construcción de parques eólicos en el limbo durante años. Aproximadamente 80 GW de capacidad eólica están actualmente atascados en los procedimientos de autorización en toda Europa. Los trámites necesarios en este proceso también tienden a resolverse de golpe y en oleadas, agravando el dañino ciclo de sequías y avalanchas de proyectos.

Foto: Imagen de archivo de una instalación eólica marina. (EFE/Ángel Medina G.)
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Una vez más, la UE está al corriente del problema y trabajando en una solución. En diciembre del año pasado los ministros de la UE aprobaron una serie de medidas de urgencia para acelerar los permisos y este mismo abril, tras 18 meses de arduas negociaciones, el Parlamento Europeo, el Consejo de la UE y la Comisión Europea llegaron a un acuerdo provisional para la revisión de la Directiva de Energías Renovables de la UE de 2018. Esta reforma contempla la creación de "áreas de aceleración de energías renovables", donde los proyectos podrán ser aprobados en un año o menos.

La reforma ha dado paso a un cauto optimismo en el sector, aunque sus representantes recuerdan que solo es el primero de una larga lista de problemas que deben resolverse, como la ya mencionada necesidad de ampliar masivamente las cadenas de suministro eólicas europeas, la mejora de la interconexión eléctrica entre los Estados miembros (donde la Península Ibérica continúa muy rezagada) y una adaptación a gran escala de toda la red eléctrica del continente para sostener el flujo de energía renovable.

Para cumplir con estos hitos, es necesaria una movilización similar a la ya experimentada con el gas natural durante el primer año de la guerra de Rusia en Ucrania, en el que los Veintisiete movieron tierra y mar para asegurar nuevas fuentes de suministro y reducir la demanda del combustible. Los esfuerzos, ayudados por un invierno cálido, dieron resultado, pero no hay tiempo para la complaciencia. "Nos enfocamos mucho en las respuestas a corto plazo con el gas, pero también perdimos un poco de vista lo que nos esperaba más adelante. Nos falta pensar adecuadamente en cómo vamos a lidiar con esa expansión masiva de la energía renovable que hemos planeado, y eso sigue siendo un interrogante", concluye Phuc-Vinh Nguyen. Los estados miembros de la UE, por lo tanto, van a tener que aprobar cuanto antes medidas concretas e inversiones que vayan más allá de las promesas. Las palabras, al fin y al cabo, se las lleva el viento.

La llaman "la mayor central eléctrica verde de Europa". Un monumental conjunto de parques eólicos en las aguas del Mar del Norte capaz de producir 120 gigavatios (GW) anuales de electricidad, más de 4 veces la actual potencia eólica de toda España. La macrogranja de molinos de viento, propiedad de nueve países distintos, incluye una isla artificial como nexo para garantizar la interconectividad entre ellos. Se trata de un auténtico hito de la historia energética del continente. Solo tiene un fallo: que no existe. Al menos, todavía.

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