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En la ruta nuclear (III)

Francia encomienda su futuro a una apuesta redoblada por la energía nuclear: "No hay equivalente en el mundo"

  • Macron ha prometido construir 14 nuevos reactores, en un país donde el 70% de la electricidad proviene de la nuclear
  • El retraso de la central de Flamanville y el parón de la mitad de centrales este año genera dudas sobre el modelo francés
  • RTVE.es viaja a Alemania, Francia y Suiza para conocer a fondo este debate. Esta es la tercera entrega de la serie.

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Central nuclear de Golfech, Francia
Francia es el país del mundo con mayor dependencia de la energía nuclear

Francia es sinónimo de energía nuclear. No solo es el país del mundo con un mayor peso de la fisión en la producción de electricidad, sino que se ha convertido en una cuestión de identidad nacional desde tiempos del expresidente Charles de Gaulle. En plena guerra fría, París se embarcó en un ambicioso proyecto atómico para asegurar la independencia energética tanto del bloque occidental como del soviético en plena Guerra Fría.

Hoy, cuando el mundo vuelve a estar dividido en bloques y la energía se ha convertido en una poderosa arma de guerra, la nuclear vuelve ocupar el centro del debate. Pero en el extenso parque atómico francés, antes un motivo de orgullo para el país, empiezan a aflorar algunas grietas que hacen crecer la preocupación sobre su futuro energético.

En Francia hay 56 reactores, más que en China, un país que multiplica por 20 su población. Estas plantas producen el 70% de la electricidad, lejos del resto de países del club nuclear, como Suecia (31%), Rusia, Estados Unidos o España, los tres alrededor del 20%. "No hay equivalente en el mundo ni en consumo eléctrico ni en aportación a la industria", asegura Yves Marignac, experto en energía nuclear del Instituto Négawatt, en un encuentro con periodistas internacionales en Nancy, Francia.

RTVE.es ha viajado a esta ciudad, a Alemania y a Suiza para conocer de primera mano el debate sobre la nuclear en Europa. Esta es la tercera entrega de una serie en la que también se trata el supuesto "renacer" de esta energía en el continente, o las dudas de Alemania respecto al cierre de sus centrales.

Macron redobla la apuesta por la nuclear

Precisamente, este "renacer" de la energía nuclear es el que prometió el presidente francés, Emmanuel Macron, en febrero, durante la precampaña de las elecciones en las que fue reelegido. En un mitin en la ciudad de Belfort prometió la construcción de seis nuevos reactores antes de 2035 y otros ocho de 2040, una ambiciosa apuesta por esta energía, cuya producción lleva años estancada en el resto de Europa.

Pero ¿realmente se puede hablar de renacer cuando la nuclear francesa nunca ha muerto? Los últimos intentos por reducir el enorme peso de esta energía en el mix eléctrico se remontan al expresidente François Hollande, quien en 2015 estableció el objetivo de reducir al 50% el porcentaje de electricidad producido por la nuclear.

Aunque en un inicio Macron mantuvo una postura tímida al respecto, y dos reactores cerraron durante su primer mandato, el discurso de Belfort supuso la consagración de su giro decididamente pronuclear. Además de los nuevos reactores, el presidente galo ha anunciado que extenderá la actividad de las centrales más allá de los 50 años que tenían como vida útil.


Más de la mitad de reactores parados y una producción en descenso

Pero el optimismo nuclear del mandatario galo se enfrenta a varios obstáculos. El primero, la "reducción dramática" de la producción este año, según Mycle Schneider, coautor del informe World Nuclear Industry Status Report y consultor sobre energía nuclear. En 2022 se han acumulado las paradas técnicas que no se pudieron hacer durante la pandemia y se han paralizado además varias centrales por problemas de corrosión, lo que ha llevado a que la mitad de los reactores se encuentren actualmente inactivos. Esto, sumado a los cortes de gas de Rusia, llevaron a que los precios de la electricidad alcanzaran los 1.100 euros en los contratos a un año.

Según Schneider, más allá de tratarse de una situación puntual, "el problema es que en los últimos años la producción ha estado significativamente por debajo de la media". Que además el verano haya sido tan malo en términos de generación eléctrica "es una mala señal de cara al invierno que viene ahora".

En Francia la calefacción en los hogares es mayoritariamente eléctrica, a diferencia de otros países de Europa central, como Alemania, más dependiente del gas -y por tanto de Rusia-. Pero si bien esto supone una ventaja a la hora de deshacerse de los lazos con Putin, la baja producción nuclear puede suponer un problema para garantizar el suministro. Los picos de demanda en invierno llega a los 90 GW, señala Martignac, mientras que la capacidad nuclear es de 61 GW.

La compañía estatal EDF, propietaria de las centrales, se ha comprometido a reabrir todas las centrales paradas este invierno, pero por ahora la que era una potencia exportadora se ha visto obligada a importar grandes cantidades de energía de los países vecinos, como Alemania.

Flamanville 3: de emblema del futuro nuclear a "fracaso industrial"

A la caída de la producción se suman el creciente coste económico de mantener la enorme planta nuclear francesa y de construir nuevos reactores. A diferencia de renovables como la solar, cuya "curva de aprendizaje" es descendiente y tienden a reducir su coste, el de la nuclear no ha dejado de aumentar en la última década, a partir del accidente de Fukushima.

Según un informe del Tribunal de Cuentas galo recogido por el Instituto Négawatt, si el coste de mantener los reactores en 2009 era de 1.500 millones de euros, de aquí a 2025 será de 3.700 millones. Desde 1945 se han gastado 170.000 millones, a los que cabe sumar los inciertos gastos de cara al futuro: más de 79.000 millones en el almacenamiento de residuos y desmantelamiento de las centrales, un desembolso "probablemente subestimado", según Martignac.

Pero el coste que ha puesto al gigante energético EDF en el ojo del huracán ha sido el de la construcción de Flamanville 3. Este reactor EPR o de tercera generación, el primero que se construye en el país en este siglo, estaba llamado a ser el símbolo del resurgir de la industria nuclear francesa. Sin embargo, su puesta en marcha ya acumula un retraso de 11 años (se espera que comience a funcionar en 2023, cuando la fecha inicial era 2012) y el coste se ha cuadriplicado. EDF calculó en 2004 un gasto de 3.300 millones de euros, mientras que ahora lo sitúa más de 12.000 millones, y una auditoría del Gobierno lo eleva a 19.000 millones. Se trata de un "fracaso industrial", según lo define Martignac.

Este agujero no ha hecho más que empeorar los resultados de la compañía, que ha vivido en este 2022 su "annus horribilis", con una reducción de sus beneficios en 18.500 millones de euros y un aumento del 40% de su deuda. El Estado, que ya controla el 84% de la empresa, se plantea una nacionalización total para acometer una reestructuración de la misma y sacarlo de la lista de empresas cotizadas en bolsa, pero para algunos expertos el problema de EDF va más allá de su coyuntura actual.

"Está tan endeudada que podría ir a la bancarrota si no estuviera respaldada por el Estado. Nacionalizar EDF será la única solución al final", considera Martignac, quien señala que la energética "necesita construir nuevos reactores para mantener el parque de centrales actual". O, como dijo el exdirector general de la compañía, Jean-Bérnard Lévy, "EDF es como un ciclista que tiene que pedalear para no caer".

"Está tan endeudada que podría ir a la bancarrota si no estuviera respaldada por el Estado. Nacionalizar EDF será la única solución al final"

Soberanía energética y bajas emisiones

Frente a estos problemas, los defensores de la nuclear insisten en los atractivos de esta energía, como la garantía de soberanía energética, los bajos precios una vez ya están creadas las centrales o su contribución a la lucha contra el cambio climático.

"Estaremos en una situación difícil energéticamente hasta 2024", señala Phuc-Vinh Nguyen, investigador sobre energía nuclear en el Instituto Jacques Delors de París. Con problemas en el abastecimiento del gas y unos precios que pueden volver a dispararse pese a su caída actual, la nuclear es "parte de la solución" para afrontar la actual crisis energética, asegura. Pone de ejemplo cómo en verano, con la mitad de los reactores parados, Francia pagó por el gas un precio diez veces más caro.

Al mismo tiempo, esta energía permite a Francia producir una gran parte de su electricidad con fuentes bajas en emisiones de dióxido de carbono, defiende el investigador. Más de un 90% de la electricidad en su mix proviene de la combinación de la nuclear y las renovables, lejos de la media europea (62,4%) y de la del resto del mundo (27,7%).

Sin embargo, Nguyen reconoce que la inversión en la nuclear ha provocado que París se quede atrás en la expansión de las renovables. En 2020, fue el único país europeo que no logró alcanzar su objetivo nacional respecto a las energías verdes. Estas debían proporcionar el 23% del consumo energético y París se quedó cerca del 19%.

Para hacer frente ello, Macron ha combinado su estrategia de expandir el parque nuclear con una mayor inversión en renovables, en especial la eólica marina. Aun así, los expertos admiten que las renovables aún no están en condiciones de satisfacer los picos de demanda en los próximos inviernos, por lo que Francia seguirá dependiendo durante esta crisis de una energía nuclear a la que ha confiado su futuro.