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¿Nuclear y gas 'verdes'? La salomónica vía que Bruselas se ha visto obligada a tomar
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El mal (de cabeza) menor

¿Nuclear y gas 'verdes'? La salomónica vía que Bruselas se ha visto obligada a tomar

Ante los intereses encontrados de Francia y Alemania y con la reciente crisis energética en mente, la Comisión Europea ha optado por la vía de menor resistencia

Foto: Central nuclear de Temelin, en República Checa. (Reuters/David W. Cerny)
Central nuclear de Temelin, en República Checa. (Reuters/David W. Cerny)

Era un secreto a voces, pero a casi todos les pilló por sorpresa. A pocas horas de que los ciudadanos a lo largo y ancho de Europa brindaran la bienvenida al año nuevo, la Comisión Europea revelaba su plan para considerar a la energía nuclear y al gas natural como actividades no dañinas para el medio ambiente de manera temporal. Esta iniciativa llevaba meses siendo filtrada desde Bruselas como la única forma realista de cuadrar el círculo de la transición energética y los intereses de los dos principales motores europeos —Francia y Alemania—, pero su revelación a horas intempestivas preveía que, por pragmática que fuera, la fórmula estaba destinada a ser polémica.

Y así fue. Pasadas las campanadas, comenzó una avalancha de críticas que no ha cesado desde entonces. Aunque es posible que la fecha de la presentación del borrador tuviera poco de intenciones sibilinas y mucho de una mala organización (la Comisión se había comprometido a enviar el borrador antes de que concluyera el 2021), dejó al ejecutivo comunitario expuesto a las acusaciones de haber intentado camuflar una de las propuestas más controvertidas de la historia reciente de la UE. “Con nocturnidad y alevosía, la Comisión Europea ha dado un paso hacia el ‘greenwashing’ (llamar verde a aquello que no lo es) de la energía nuclear y el gas”, acusó al día siguiente la ministra de Clima y Energía de Austria, Leonore Gewessler. Su país, junto a Luxemburgo, ha amenazado con presentar una denuncia ante el Tribunal de Justicia de la UE si la iniciativa sigue adelante.

Pero para aquellos que llevan tiempo observando el debate, esta era la crónica de una propuesta anunciada. La postura inamovible de una Francia que acaba de asumir la presidencia rotatoria de la UE y que se encuentra en plena campaña electoral para las presidenciales —en las que el presidente Emmanuel Macron se ha erigido paladín tanto de Europa como de la energía nuclear— prácticamente garantizaba la presencia de la opción atómica en el borrador. Alemania se negaba, pero la opción de incluir el gas se convirtió poco a poco en una moneda de cambio lo suficientemente atractiva como para aplacar sus objeciones.

Foto: Una central nuclear en Alemania con un eslogan de Greenpeace. (EFE/Focke Strangmann)

El recién estrenado Gobierno germano, formado por socialdemócratas, verdes y liberales, ha manifestado estos días su oposición conjunta a la inclusión de la energía nuclear en la taxonomía, pero solo los ecologistas han emitido una (tímida) crítica en lo relativo al gas. Berlín ha sido el principal propulsor de la categorización del combustible fósil como no dañino para el medio ambiente, dado que ha invertido demasiado en él a estas alturas como para darle la espalda.

El borrador de propuesta de la comisión propone la inclusión temporal de estas dos fuentes de energía en la comúnmente denominada como “taxonomía verde” de la UE, una larga y detallada lista de actividades económicas que cumplen una serie de criterios ambientales. Aquellas dentro de esta clasificación pasan a ser consideradas, en esencia, como inversiones sostenibles para el medio ambiente. El objetivo del etiquetado oficial de Bruselas es doble: atraer la inversión del capital privado hacia proyectos no dañinos para el ecosistema y contrarrestar el ‘greenwashing’ que muchas empresas y sectores usan a la hora de publicitarse. A su vez, estas actividades pueden ser financiadas por bonos verdes.

Los detractores de la iniciativa de la Comisión consideran que la inclusión de la energía nuclear y el gas en la taxonomía es contraproducente para su misión, diluyendo el significado de “no dañino para el medio ambiente” e introduciendo competencia para las financiación de las energías renovables. Así lo manifestó la ministra española para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, al considerar que la medida “no tiene sentido y manda señales erróneas para la transición energética del conjunto de la UE”.

Foto: La central nuclear de Cofrentes, en Valencia. (EFE/Kai Försterling)

Desde el sector energético español, la perspectiva es diferente a la del Gobierno. “Es una decisión pragmática. Una que tiene en cuenta las tecnologías y alternativas disponibles”, considera un alto cargo de la industria consultado por El Confidencial. “La Comisión Europea ha decidido ser realista y dejar, durante un periodo transitorio, que la energía nuclear y el gas continúen siendo un respaldo para la producción energética. Es un enfoque práctico. No es que deseen considerar estas formas de energía como sostenibles, sino como transicionales”, agrega. La propuesta de la Comisión otorga la etiqueta de “no dañino para el medio ambiente” a las centrales nucleares ya en marcha y a las que se construyan de aquí a 2045, así como a las plantas de generación de electricidad con gas hasta 2030.

Una decisión con el viento a favor

A pesar de la oposición de los países mencionados, parece poco probable que éstos puedan (o incluso intenten) bloquear la propuesta de la Comisión. Las discusiones en el Consejo Europeo realizadas en diciembre evidenciaron que esa postura era la minoritaria entre los Veintisiete, según ha reconocido la oficina del canciller alemán, Olaf Sholz, citada por Politico. Los intereses nacionales a favor de la iniciativa son, al fin y al cabo, mucho mayores que aquellos en contra. España, un país sin futuro nuclear a la vista y con una producción irrisoria de gas natural, no se juega “prácticamente nada” en este debate, como reconocen fuentes del sector, por lo que una oposición más allá de lo performativo resulta poco probable.

Sería necesario el voto en contra de 20 de los 27 países de la UE para bloquear la propuesta en el Consejo.

El Grupo de Expertos en Financiación Sostenible de los Estados miembros tiene hasta el 12 de enero para responder al borrador y la Comisión adoptará formalmente la propuesta como un acto delegado antes de fin de mes. Luego irá al Parlamento Europeo y al Consejo de la UE, los cuales contarán con cuatro meses (más dos adicionales, si lo solicitan) para examinar la propuesta. Debido a la regla de la “mayoría cualificada reforzada inversa”, al menos 20 países que representen el 65% de la población de la UE tendrían que posicionarse en contra para bloquear la medida en el Consejo, algo difícil de imaginar. En la Eurocámara, por su parte, únicamente sería necesaria una mayoría simple para aprobar la iniciativa, lo que parece probable en estos momentos.

Por lo tanto, aunque su supervivencia no está ni mucho menos garantizada —y deberá pasar por los tribunales si Austria y Luxemburgo cumplen su amenaza—, la propuesta de la Comisión Europea, por polémica que resulte, cuenta con el viento a favor. Lo tiene, principalmente, porque cumple con los deseos de los dos Estados miembros con mayor peso entre los Veintisiete y porque la reciente crisis del precio de la electricidad ha impulsado a la opinión pública a ver con mejores ojos la energía nuclear. “La crisis energética ha sido utilizada como chivo expiatorio para promocionar la necesidad de la energía nuclear para la transición energética”, considera Phuc-Vinh Nguyen, investigador del Instituto Jaques Delors en París.

En entrevista con El Confidencial, Nguyen, quien lleva años especializado en el estudio de la taxonomía europea, considera que tras el movimiento de la Comisión Europea la inclusión de la energía nuclear y el gas en la clasificación es solo cuestión de tiempo. “Llegados a este punto, es prácticamente un hecho. El compromiso funciona para los dos Gobiernos (de Francia y Alemania) y no creo que pueda ser detenido en el Consejo o en el Parlamento, donde solo la izquierda y los verdes han manifestado su rechazo”, argumenta.

Foto: La planta nuclear de Belleville-sur-Loire, en Francia. (Reuters)

Sin renacer nuclear a la vista

No todo han sido críticas para el borrador de la Comisión. Partidarios de la energía nuclear, cuyas voces han ganado protagonismo desde el inicio de la crisis energética, celebraron como un triunfo la propuesta de incluirla en la taxonomía europea. Entre ellos se incluyeron varios miembros del Partido Popular, Ciudadanos y Vox, quienes durante los últimos meses han exigido al Gobierno de Pedro Sánchez que apueste más por este tipo de energía. "El sentido común y la necesaria soberanía energética se impone al ecologismo radical. Es urgente que Europa, y en concreto España, pueda autoabastecerse impulsando la energía nuclear y abaratar los precios de la electricidad", publicó en Twitter la cuenta oficial de Vox tras darse a conocer la propuesta de Bruselas.

"No se va a producir de ninguna manera un renacer de la energía nuclear".

Sin embargo, expertos descartan que su calificación como no dañina para el medio ambiente vaya a provocar una gran proliferación de la energía nuclear, especialmente entre aquellos países que no tengan proyectos en marcha o que planeen deshacerse de sus centrales, como es el caso de España o Alemania. “No se va a producir de ninguna manera un renacer de la energía nuclear. Simplemente, aquellos países que tienen proyectos nucleares van a poder financiarlos a un coste más razonable que si no estuviese dentro de la taxonomía”, indican fuentes del sector a este periódico.

En general, es probable que el aparente choque de intereses entre Francia y Alemania haya hecho que los medios de comunicación presten una atención desmedida al debate de la taxonomía con relación a su impacto. "Sin importar lo que pasara con la taxonomía, Francia iba a construir nuevas centrales nucleares y Alemania iba a cerrarlas", considera Nguyen, quien señala que la energía nuclear depende en gran medida de la financiación pública y no de la privada, por lo que su aparición en la lista europea no es un factor de gran importancia.

"Al fin y al cabo, nada va a cambiar mucho. La taxonomía es únicamente una pequeña porción de los esfuerzos necesarios desde la Unión Europea para afrontar el cambio climático", concluye el investigador.

Era un secreto a voces, pero a casi todos les pilló por sorpresa. A pocas horas de que los ciudadanos a lo largo y ancho de Europa brindaran la bienvenida al año nuevo, la Comisión Europea revelaba su plan para considerar a la energía nuclear y al gas natural como actividades no dañinas para el medio ambiente de manera temporal. Esta iniciativa llevaba meses siendo filtrada desde Bruselas como la única forma realista de cuadrar el círculo de la transición energética y los intereses de los dos principales motores europeos —Francia y Alemania—, pero su revelación a horas intempestivas preveía que, por pragmática que fuera, la fórmula estaba destinada a ser polémica.

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